martes, 18 de noviembre de 2014

Nuria

Esta vez al despedirse tuve ya el descaro de verle las piernas, ni siquiera me oculté tras las gafas de sol acostumbradas, la había visto antes por la mañana pero no pude contemplarla a mi gusto, y no pensé que la viera de nuevo.

Es compañera de mi mujer en la escuela a la que asisten por estudios de posgrado, su figura es de las que sin estar envuelta en trajes veleidosos hacen que destaque sus atributos de mujer joven, tiene la lozanìa de la abundancia en la mujer latina, la cintura no es de las cuidadas, pero todo en ella es delicioso a la vista, es lo que me dijo un día Ramonet: ·La golosina Visual.

Yo no se que decirle y tampoco insisto en estar cerca. Tengo ese sentimiento de tragar saliva y dudar que es lo que se siete posterior al deseo irrealizado, al descubrimiento de la lascivia. Por la noche al estar en la cama con Estela mi esposa, recordé el momento en que la gocé con la mirada, su desenvoltura, la coquetería involuntaria, la aguerrida pose de valiente con dos tacones y falda de olanes pegada al muslo, todo un obsequio a la mirada, toda una provocación al corazón.

Sujeté las caderas de estela pensando en Nuria, improvisé empellones y movimientos que solo con ella pudiera permitirme, quise que la lujurìa jugara ese instante con mis percepciones, sentí el candor de su vientre, experimenté el placer de perder la razòn escucchando el sonido de dos cuerpos batiendose lo que me excitó màs fue pensar en la exquisitez del asqueroso instinto siguiendo su curso.

Me reprimo de pedir su nùmero, sería muy sencillo, imagino que sería el torpe de siempre al intentar ser galante, terminaría por confesar que me me mata la neurona imaginarla, que la deseo como no lo he hecho antes y que siempre he reprimido ver en la forma en que la veo a ella, y que no  me acerco a gente que esté así de buena y sabrosa, porque no debo de pensar solo en sexo, sino en admirar y apreciar la belleza interna.

Pienso en ella, en su carne, en su olor, en sus formas de amar sexualmente; pienso en ella sin que lo controle, me alejo de mi, leo un libro y sigue esa imagen, sigue su nombre palpitante en algún lugar de mis venas; Nuria. 

Diablos ¿Y si concediese la fortuna de ir al hotel a hacer las ricuras sucias del fornicio?
¿còmo y cuando atender sus propias necesidades?. Reflexiono tanta pasión sería capaz de moverme el tapete y sentirme un veinteañero, ¿podrìa sostener ese ritmo de vida, egoista y hedonista?

Mi inteligencia me dice, tranquilo, sigue asi dedicadole tus pensamietos y realizate solo asì, porque de otra forma, te desgastarás en emociones meramente fatuas.

Suspiro....

Es tormentoso saber que solo en sueños guajiros disfrutaría del manjar que es Nuria.