viernes, 18 de octubre de 2013

Y?

Me preguntaba por que la rubia no volvió a llamarme.

Hasta antes de nuestro encuentro sexual, había sido atenta, solicita, interesada... y no me acordaba que quizá mi desempeño en la cama fue lamentable.

Soy de esos que necesitan para inspirarse muchísimo tiempo, alguien me enseñó que no es nomás de meter y sacar un instrumento dentro de una cosa, duro y ya.

Es mi chiste, prolongarlo, pero para prolongarlo necesitamos tiempo y el tiempo en el motel vale oro.

No es ella, soy yo.

La traté como si nos estuviésemos concediendo un pedacito de chocolate, algo que no te lo devoras.

Sentí que lo disfrutamos, sentía los poros de su piel abiertos, los bellos de sus nalgas de puntitas.

Eyaculé sin avisarle, algo murmuraba que no escuché, debí decirle antes que no muy oigo del oído izquierdo y en  momentos como esos, menos.

Fuí al sanitario para traer el higiénico, algo que no previmos. Quise limpiarla y me dijo no así no es, me invitó a estar besándola.

Recostado a un lado de su cuerpo ví como con sus dedos se tocó frenéticamente la vagina, yo cerré los ojos a la espera de que concluyera.

Exhaló, suspiró, agradeció y me soltó.

Mi cuerpo presente, mi mente flotando.

Posteriormente se bañó muy rápido, al volver me dijo, sabes como estoy.

- cómo?

- ¡Mojada!.

Reímos, y abrazados vimos una película. Pero eso debió ser malo, no me lo dijo, pero eso estoy considerando.

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