domingo, 5 de mayo de 2013

Erika


"Me duelen ya los labios de tanto cojer contigo", me dijo cuando estábamos cenando en el puesto de tacos más cerca al viejo hotel a que visitamos solo dos veces, pues la tercera nos negaron la entrada por desachirados dijeron.

Con prisa caminamos al segundo de los tres hoteles que hay en Sesecapa. Nos reímos mientras nos desvestíamos y comprobábamos el estado de los colchones.

No hubo agua caliente, ni aire acondicionado, pero pues tampoco podíamos arriesgarnos a buscar en otro lugar, tal vez, no hubiese habitación disponible, o bien porque entre los dueños se comunicasen, y nos malrecomendara el dueño del "Adelita Suite". 

 Afanosamente buscamos el primer orgasmo de los 7 que era nuestra marca última. Lo primero es primero. 

¿Habrá sido el calor?¿El hambre?¿La verguenza de negarnos la entrada a nuestro rincón de amor?. Pero no hubo esa tarde la explosión de luz en mi interior, cual batracios sudorosos, pusimos pausa al exhaustivo encargo que nos acometía y aún con el vigor en nuestro cuerpo, nos separamos, para hacer algo más que intentar el climax. 

A esa hora me propuso ir a comer algo, dijo quizá te haga falta comer más. Salimos temprano por eso fue que encontramos abierto el puesto que otras veces estaba cerrado cuando nos acordábamos de comer. 

- Lo ves, si no te portas bien esta vez, la próxima tendremos que ir al otro hotel. Y recuerda que ya nomás nos queda una opción más.
- jajajajaja Tú, ya lo sabes, moderate.

Erika poseía un interés por el sexo, similar al mío; lo malo era cuando para estimular su satisfacción provocaba escenas de ira,  solo por gozar del placer de la reconciliación.

Lo suyo, era porque no la habían satisfecho en sus vidas anteriores.. "y en esta, si no es por ti, me quedaba también con ganas"

Sabíamos que no era para siempre, pero mientras pasaba la vida nos la queríamos acabar y si era posible con sexo mucho que mejor.

Ella de 37, yo de 25 años. Lo  nuestro más que compromiso era un pacto por el mutuo placer.
- Y, prepárate, porque me cuentan que a los cuarenta, las mujeres pedimos más.
- ...
- ¿Me escuchaste?

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