lunes, 1 de abril de 2013

Yesenia



Fue mi alumna de preparatoria, hará unos siete años. Por ese tiempo era exagerada para llamar mi atención hacia sus desplantes, irreverencias y retos que conseguían hacerme perder la razón.

Se juntaba con otras dos, igual de cínicas, pero la más brillante era ella.

Las tareas, las hacían en clase, las de mi materia o las de otras, daba igual. El chiste era poner a prueba la paciencia del maestro, ocupaban el área restringida  reían sonoramente ante la solicitud de silencio, retaban a tomar medidas más drásticas para imponer disciplina.

Para transtornarme no importaba hacer sorna de ellas mismas, denigrándose  jugando con el lenguaje, insinuando comparaciones animales.

Llegó el día en que supliqué, márchense de mi vista, dije. Se me salieron de control, se supone que el juego consistía en saber quien soportaba más a quien, quien resultaba ganador de la prueba: Aguantar las travesuras o aguantar los regaños. Ellas ganaron.

Nunca pedí auxilio con las autoridades, esas están para otra cosa, no avisé a sus padres, era solo un acuerdo  callado entre ellas y yo, al fin, la época de la prepa no duraría para siempre.

En el último año se volvió mi amiga, de esas amigas que jamás creíste, de ser tu enemiga se vuelve tu cómplice, tu aliada, me acompañaba a algunos eventos, me apoyaba en mis sugerencias, aplaudía mis comentarios y encaminaba las simpatías de los demás hacía mi.

Su sonrisa abierta expresa soltura, atrevimiento, libertad.

La relación no pasó de ser un juego, yo la abrazaba amorosamente, ella era cortés.

Me quedaba la duda, ¿regresaría a ser la malcriada que fue?... pero conservaba su falta de seriedad, solo que yo ya no era el destinatario de sus irreverencias.

Luego egresó, y creí que la confianza entre los dos aumentaría. Emigró a una ciudad cercana y, ya no coincidimos en ningún lugar.

La he visto, participa en algunos grupos locales de danza, me ha saludado, parece el tiempo suspendido. Su belleza es insultante.

Ayer  mientras limpiaba el coche, pasó con alguien, me saludó de lejos. No la vi completa, pero tuve el deseo de ir, abrazarla y decirle: "estás bien cogible".

¿Qué me diría?

No hay comentarios:

Publicar un comentario